La repentina muerte de Bethany Nesbitt, de 20 años, volvió a poner en alerta ante los dramáticos y fatales efectos que el coronavirus puede tener también sobre la población más joven.
Oriunda de Indiana, EEUU, su cuerpo sin vida fue encontrado en su habitación en la residencia de estudiantes ‘Grace College’, donde se encontraba guardando cuarentena tras haber dado positivo por coronavirus, según ha confirmado un test que llegó después del deceso debido a un error administrativo.
Su primera prueba de diagnóstico fue el día 22, y cuatro días después tuvo que ir a urgencias por la caída de los niveles de oxígeno en la sangre. Sin embargo, como informa People, tras comprobar que todos los síntomas eran compatibles con coronavirus, los médicos le dijeron que no era un caso grave y parecía que se iba a recuperar.
Dos días antes de su muerte no tenía ni fiebre y sus niveles de oxígeno parecían estar normalizándose. Había dicho a todo el mundo que había superado la enfermedad.
Según las autoridades, “tras una completa investigación” y la pertinente autopsia, “la causa de la muerte es una embolia pulmonar”, la cual “no fue previamente detectada”. El coronavirus, apuntan, contribuyó en su muerte.