Más del 70% de las pequeñas y medianas empresas del país ya registran pérdida de rentabilidad. “Cuando se deja de vender, primero se suspende… después se despide”, advierten desde MONAPY.
La crisis no siempre llega con portazos, piquetes o titulares dramáticos. A veces avanza en silencio, entre planillas, stock acumulado y sueldos que se pagan con lo justo. Eso es lo que están viviendo hoy miles de pymes argentinas, el verdadero pulmón económico del país. Y el mensaje que dejaron esta semana desde el Movimiento Nacional Pyme (MONAPY) es claro: la rentabilidad se está desmoronando, y con ella, el empleo.
“Hoy el problema no es solo que se venda poco, sino que incluso los que venden están ganando menos. La rentabilidad se desplomó”, sostuvo Maximiliano Pisetta Báez, vicepresidente de MONAPY, en una entrevista con CIUDAD TV. El dirigente participó de un encuentro con más de 140 empresarios de todo el país y compartió un dato alarmante: el 72% de las pymes asegura haber perdido rentabilidad, aun aquellas que mantienen su nivel de ventas.
“La pérdida de rentabilidad trae aparejado menor producción, menor actividad… y lo más grave: tambalea el empleo”, sentenció Pisetta Báez.
“Primero se suspende. Después se despide”
Detrás de cada pyme hay un equipo humano que, muchas veces, funciona como una familia. La relación no es fría ni impersonal. Por eso, para muchos empresarios pymes, tener que reducir personal es una herida profunda.
“Nosotros cuidamos a nuestros empleados como si fueran nuestros brazos. Lo último que queremos es perderlos”, dijo Pisetta Báez.
“Pero cuando ya no se vende, primero vienen las suspensiones. El próximo paso es el despido. Y eso nos parte en dos”.
El dirigente también criticó que no haya medidas urgentes para sostener a este sector que genera más del 65% del empleo privado en la Argentina. “Sin pymes fuertes, no hay futuro posible”, resumió.
¿Quién defiende a los que generan empleo?
Mientras el foco mediático se posa en grandes multinacionales, despidos masivos o conflictos con sindicatos, la crisis silenciosa de las pymes avanza a paso firme. Sin políticas activas, sin herramientas crediticias y con una presión fiscal que no afloja, las pequeñas empresas empiezan a ahogarse.
Este llamado de MONAPY no es solo un reclamo empresarial. Es una advertencia sobre el riesgo sistémico de perder miles de puestos de trabajo en un contexto en el que el tejido productivo ya está al límite.
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