Una mujer que sufrió severas quemaduras en un ataque de violencia doméstica en Vermont, Estados Unidos, espera un segundo trasplante facial luego que los médicos descubrieron un daño en la piel que probablemente conducirá a la pérdida del rostro que le fue donado.
Carmen Blandin Tarleton, de 51 años, sufrió quemaduras en el 80% de su cuerpo cuando su esposo la golpeó con un bate de béisbol y roció su cuerpo con lavandina en 2007. Hace seis años, recibió un trasplante facial en el Brighamn and Woman’s Hospital en Boston, donde es evaluada para un posible segundo trasplante.
Tarleton, que actualmente vive en Manchester, Nueva Hampshire, comentó al diario The Boston Globe que no se arrepiente del trasplante debido a que mejoró drásticamente su vida. Ha aprendido a tocar el piano y el banjo, escribió una autobiografía y ha hablado ante muchos grupos sobre su vida. Bajó nueve kilos y empezó a caminar ocho kilómetros a la semana.
Desde su trasplante en febrero de 2013, Tarleton tuvo repetidos episodios de rechazo, cuando su nueva cara se enrojeció e hinchó. Esos episodios fueron tratados con éxito, pero el mes pasado, los médicos descubrieron que algunos vasos sanguíneos de su nariz se habían cerrado, causando la muerte del tejido facial. Si el daño progresa despacio, la mujer podría entrar en una lista de espera para otro donante de cara. En el peor escenario, la piel moriría rápidamente y los doctores deberían removerlo y reconstruir su cara original.
Los médicos de Tarleton señalaron que gran parte de los órganos trasplantados tienen una esperanza de vida limitada. Pero que su situación es un recordatorio de que a pesar del éxito en el campo, los trasplantes faciales son experimentales y siguen siendo una ciencia joven con muchas preguntas sin responder sobre los beneficios versus los riesgos a largo plazo.