Un nene de ocho años, llamado Kevin, no soportó que su abuelo le arrebatara el teléfono celular a condición de que conviviera con la familia. El niño se fue llorando a su habitación y se quitó la vida. El incidente ocurrió en Cuauhtémoc, México. Sus familiares lo dejaron solo en la pieza porque pensaron que era un berrinche del nene. Minutos después escucharon gemidos y que “rompía cosas”. Nadie prestó atención, nuevamente pensaron que se trataba de un nuevo berrinche de Kevin porque le habían quitado el teléfono celular. Esa misma noche la hermana de Kevin subió a su cuarto para ver cómo estaba y saber si ya se le había el coraje, pero lo encontró inconsciente. En ese momento su familia lo traslada al hospital para su atención médica, sin embargo, llegó sin signos vitales y con una marca en el cuello. Kevin, se asfixió con los cordones de sus zapatillas, la cual se enroscó en el cuello y amarró a su cama; ejerció tanta presión que en cuestión de dos minutos acabó con su vida, de acuerdo con los resultados del primer peritaje realizado por la Policía de Investigación.

Era una tarde de invierno en 2012, en un pueblo del este de China. Sentado en el piso de su habitación un joven de 16 años, con un bisturí en la mano, se cortaba los genitales mientras su madre dormía en la habitación contigua.

El adolescente intentaba, a riesgo de su vida, reproducir operaciones vistas en docenas de tutoriales en Internet para deshacerse de su sexo de nacimiento.

Detenido por el dolor, el adolescente interrumpió su operación a mitad de camino.

Su nombre ahora es Alice y le explicó a AFP: «Estaba desesperado, tenía miedo, tenía la sensación de que todo tenía que ser limpiado y terminado de una vez por todas».

China no tiene estadísticas oficiales sobre el número de transexuales en el país, pero pocos hospitales practican operaciones de cambio de sexo, lo que puede llevar a algunas personas a automutilarse, como recordó Amnistía Internacional a principios de este año.

«Fue una gran preocupación lo que me devoró por dentro», dijo Alice, que no se reconoce en ningún género.

En esos días el adolescente ya estaba gastando dinero en medicamentos hormonales, pero como era menor de edad habría necesitado el consentimiento de su familia para someterse a una operación costosa.

«Las leyes y políticas discriminatorias están empujando a las personas a pensar que no tienen más remedio que arriesgar sus vidas haciéndolo ellos mismos o buscando hormonas adulteradas en el mercado negro», dijo Doriane Lau, especialista de China para Amnistía Internacional.

Disturbios mentales

Infeliz en su cuerpo femenino, Jiatu comenzó hace tres años un tratamiento clandestino con testosterona, con inyecciones entregadas por contrabandistas de Tailandia.

«Esta es la única forma de conseguirlo», dijo a la AFP. «Nos mantenemos actualizados en Internet gracias a los hermanos», agrega, refiriéndose a otras mujeres que se han convertido en hombres.

En marzo, el gobierno chino aceptó una recomendación del Consejo de Derechos Humanos de la ONU para prohibir la discriminación contra las personas lesbianas, gays, bisexuales, transexuales e intersexuales (LGBTI).

Pero Pekín todavía clasifica a los transexuales como «enfermos mentales».

Alice, de 23 años, responsabiliza al conservadurismo de la sociedad china por la inactividad del gobierno. «El momento no es favorable. Lo que el gobierno puede hacer está limitado por la actitud de la sociedad». En su opinión, «las cosas serán mejores para la próxima generación».

Alice vive en Shanghai y ahora trabaja como educadora para ayudar a las personas trans.

Después de su fracasada automutilación, Alice finalmente se hizo extirpar completamente los órganos genitales masculinos el año pasado durante una operación en Tailandia que le costó más de 90,000 yuanes (11,400 euros). Un regalo de su novia.

«Es más natural, me siento muy bien», dijo Alice. (AFP)