La guerra en Gaza se reanuda tras el fracaso de la tregua

Médicos y testigos afirmaron que los bombardeos fueron más intensos en Jan Yunis y Rafah, en el sur de la Franja de Gaza, donde cientos de miles de gazatíes se han refugiado de los combates más al norte. También fueron alcanzadas viviendas en zonas del centro y del norte.

Los aviones de guerra israelíes bombardearon Gaza, los hospitales recibían heridos y muertos palestinos y los personas huían por las calles, en la reanudación de su guerra contra Hamás tras el fracaso de las conversaciones para prorrogar una tregua que duró una semana.

Cuando expiró el plazo, los periodistas de Reuters en Jan Yunis, en el sur de Gaza, vieron cómo las zonas orientales eran objeto de intensos bombardeos y vieron columnas de humo.

Los residentes se volcaron a la carretera con sus pertenencias amontonadas en carros, huyendo en busca de refugio más al oeste. En el norte del enclave, antes la principal zona de guerra, enormes columnas de humo se elevaban sobre las ruinas, vistas desde el otro lado de la valla de Israel.

El traqueteo de los disparos y el estruendo de las explosiones se escuchaban por encima del ladrido de los perros. Las sirenas de los cohetes también sonaron en el sur de Israel, mientras los militantes disparaban desde el enclave costero hacia las ciudades.

Pocas horas después de que expiró la tregua, las autoridades sanitarias de Gaza informaron de que ya habían muerto 54 personas y decenas habían resultado heridas en ataques aéreos que alcanzaron al menos ocho viviendas.

Médicos y testigos afirmaron que los bombardeos fueron más intensos en Jan Yunis y Rafah, en el sur de la Franja de Gaza, donde cientos de miles de gazatíes se han refugiado de los combates más al norte. También fueron alcanzadas viviendas en zonas del centro y del norte.

«Anas, hijo mío», se lamentaba la madre de Anas Anwar al-Masri, un niño que yacía en una camilla con una herida en la cabeza en el pasillo del hospital Nasser de Jan Yunis. «¡No tengo a nadie más que a ti!».

Más al sur, en Rafah, los residentes sacaban a varios niños pequeños, manchados de sangre y cubiertos de polvo, de una casa que había sido alcanzada. Mohammed Abu-Elneen, cuyo padre es el propietario de la casa, dijo que albergaba a personas desplazadas de otros lugares. En el cercano hospital Abu Yousef al-Najjar, la primera oleada de heridos eran hombres y niños.

Los habitantes de Gaza dijeron que temían que el bombardeo de las zonas meridionales del enclave pueda anunciar una expansión de la guerra a zonas que Israel había descrito antes como seguras.

Las octavillas lanzadas sobre las zonas orientales de la principal ciudad meridional, Jan Yunis, ordenaban a los residentes de cuatro pueblos que evacuaran, no a otras zonas de Jan Yunis como en el pasado, sino más al sur, a la abarrotada ciudad de Rafah, en la frontera egipcia.

«Tienen que evacuar inmediatamente e ir a los refugios de la zona de Rafah. Jan Yunis es una zona de combate peligrosa. Están advertidos», decían los panfletos, escritos en árabe.

Israel publicó un enlace a un mapa en el que se muestra Gaza dividida en cientos de distritos, que, según dijo, se utilizará en el futuro para comunicar qué zonas son seguras.

ACUSACIONES CRUZADAS

Cada una de las partes dijo que la otra había rechazado las condiciones para ampliar la tregua, que implicaba la liberación de los rehenes secuestrados por Hamás y otros militantes en la mortífera incursión del 7 de octubre en Israel que precipitó la guerra, y la liberación de los palestinos detenidos en cárceles israelíes.

«Con la reanudación de los combates insistimos: el Gobierno israelí está comprometido a lograr los objetivos de la guerra, liberar a nuestros rehenes, eliminar a Hamás y garantizar que Gaza nunca supondrá una amenaza para los residentes de Israel», dijo la oficina del primer ministro israelí, Benjamin Netanyahu.

Un funcionario palestino familiarizado con las conversaciones entre Israel y Hamás afirmó que fracasaron durante la noche debido a la exigencia de Israel de que Hamás liberara a mujeres soldados, que, según dijo, estaban completamente separadas de otros rehenes. Israel no hizo comentarios.

La pausa, que comenzó el 24 de noviembre y se prorrogó dos veces, había permitido el intercambio diario de rehenes israelíes retenidos en Gaza por detenidos palestinos, mientras los camiones traían ayuda.

Israel, que rechaza los llamados a un alto el fuego permanente, había dicho que la tregua temporal podía continuar siempre que Hamás liberara a 10 rehenes cada día, pero tras siete días en los que se liberó a mujeres, niños y rehenes extranjeros, los mediadores no lograron a última hora encontrar una fórmula para liberar a más.

Qatar, que ha desempeñado un papel central en los esfuerzos de mediación, dijo que seguían en curso las negociaciones con israelíes y palestinos para restablecer la tregua, pero que el nuevo bombardeo israelí de Gaza había complicado sus esfuerzos.

Israel ha jurado aniquilar a Hamás en respuesta a la matanza perpetrada por el grupo militante el 7 de octubre, cuando, según Israel, unos hombres armados mataron a 1.200 personas y tomaron a 240 rehenes. Hamás, que ha jurado destruir a Israel, gobierna Gaza desde 2007.

Los bombardeos y la invasión terrestre de Israel han arrasado gran parte del territorio. Las autoridades sanitarias palestinas, consideradas fiables por las Naciones Unidas, afirman que se ha confirmado la muerte de más de 15.000 gazatíes, miles más están desaparecidos y se teme que sepultados bajo los escombros.

Las Naciones Unidas afirman que hasta el 80% de los 2,3 millones de habitantes de Gaza han sido expulsados de sus hogares, sin posibilidad de escapar del estrecho territorio, y muchos duermen a la intemperie en refugios improvisados.

Israel ha impuesto un asedio total, y los residentes y las agencias humanitarias afirman que la ayuda que llegó durante la tregua fue trivial en comparación con las enormes necesidades de tantos desplazados.

El secretario de Estado estadounidense, Antony Blinken, que se había reunido el jueves con funcionarios israelíes y palestinos en su tercer viaje a la región desde que comenzó la guerra, no quiso hacer comentarios sobre el fracaso de la tregua a los periodistas que viajaban en su avión.

El día anterior, Blinken había pedido a Israel más esfuerzos para proteger a los civiles cuando se reanudaran los combates. Había elogiado la tregua y había dicho que Washington esperaba que se prorrogara.