Barbados decidió el pasado noviembre que la reina Isabel II ya no sería más su jefa de Estado. Con ello, se convirtió en la república más joven del mundo, título que ostenta hasta la fecha. Pero no es el único país caribeño en el que se planteó esta opción. Hay otros seis: Antigua y Barbuda, Bahamas, Belice, Granada, Jamaica y San Cristóbal y Nieves.
Sus gobiernos iniciaron trámites para renunciar a la monarquía o al menos expresaron su voluntad de convertirse en repúblicas y, con ello, tener su propio jefe de Estado. El más poblado de ellos, Jamaica, creó un comité para supervisar el proceso de cambio constitucional. Belice reservó fondos en su presupuesto para una comisión preliminar y en Granada varios políticos exigieron un referendo.
Un breve repaso histórico
Además de los seis mencionados, hay otros ocho en los que Isabel II es jefa de Estado: Australia, Canadá, Islas Salomón, Nueva Zelanda, Papúa Nueva Guinea, Santa Lucía, San Vicente y las Granadinas, y Tuvalu. Los 14 países llamados “reinos de la Commonwealth” fueron parte del Imperio Británico, del cual se independizaron.
En ellos existe la figura del “gobernador general”, similar al presidente en una república, que es el representante de la reina en cada uno de los Estados y cuyo poder es más ceremonial que real. La Commonwealth o Mancomunidad Británica de Naciones es una comunidad de países vinculados directamente a Reino Unido que mantienen estrechos lazos comerciales e intercambios en otros ámbitos con el beneficio común como objetivo.
Pese a no ser ya un “reino”, Barbados sigue siendo miembro de la Commonwealth, que en total aglutina a 54 naciones, entre ellas dos que nunca fueron colonias británicas: Mozambique y Ruanda. Y ahora, ¿por qué Jamaica y los otros cinco países mencionados quieren desvincularse de la monarquía británica?
Un pasado esclavista y el movimiento BLM
“A medida que el papel de la reina se vuelve simbólico en la política interna de estos países, la monarquía británica se ve como una reliquia de un pasado colonial”, explica a BBC Mundo Solon Solomon, profesor de Derecho Público e Internacional de la Universidad Brunel de Londres y codirector del Grupo BUL de Derecho Internacional.
Para el académico, “la necesidad de romper con el pasado colonial es, pues, la fuerza motriz, algo que se planteó explícitamente también ante el príncipe Guillermo” cuando éste visitó Jamaica, Belice y Bahamas a mediados de marzo. En Jamaica, Guillermo, el príncipe heredero, expresó su “profundo dolor” por el episodio de la esclavitud y afirmó que “nunca debería haber ocurrido”, palabras que algunos locales consideraron insuficientes al no contener una disculpa explícita.
Solomon también destaca la influencia actual en estos Estados del movimiento Black Lives Matter, que “cuestionó la tolerancia a las reliquias coloniales y pidió cambios drásticos, como la destrucción de estatuas vinculadas a figuras coloniales y la sustitución de regímenes como la monarquía”.
Robert Goddard, director de Estudios de América Latina y el Caribe de la Universidad de Emory, en EE.UU., habla de “solidaridad racial”. “Hay algo simbólicamente incómodo en que una democracia mayoritariamente negra tenga como jefe de Estado a un miembro de la familia real británica, que durante siglos colonizó estos territorios y los pobló con esclavos africanos para producir azúcar y ron destinados al consumidor metropolitano”.
Este experto en nacionalismo caribeño, que nació y creció en Barbados, asegura que ninguno de los otros seis países se planteaba seriamente abandonar la monarquía hasta que el primero lo hizo en diciembre. Los académicos aseguran que se produjo un “efecto bola de nieve”: una vez que Barbados dio el paso y se constituyó como república, sus vecinos vieron las condiciones adecuadas para tramitar iniciativas similares.
Algo simbólico, pero no tanto para Reino Unido
Los académicos coinciden en que para los países aspirantes no cambiará nada en la práctica, ya que se trata casi exclusivamente de un acto simbólico. En Barbados, por ejemplo, se modificaron los nombres de algunos departamentos, como el de la policía, eliminando el adjetivo “real”.
Y el cargo de gobernador general pasó a ser el de presidente de la República, que ahora es jefe de Estado y ya no representa a la reina, aunque sus funciones siguen siendo ceremoniales y carece de capacidad de intervención en los asuntos públicos y del gobierno.
Sin embargo, para Reino Unido, y en específico para su monarquía, transiciones como la de Barbados suponen “pérdidas importantes”, apunta el académico Solon Solomon En lo que concierne a la familia real, “la pérdida de reinos durante el reinado de Isabel II envía ominosas señales a sus herederos, los príncipes Carlos y Guillermo”.
“Si el prestigio de la monarquía inglesa se basa en el número de dominios, la destitución de la reina como Jefa de Estado significa que el prestigio de la monarquía inglesa en todo el mundo no será el mismo en el futuro”, asegura.
“Una pequeña minoría que quiere seguir con la reina”
Para convertirse en repúblicas, los seis estados caribeños necesitan mayorías parlamentarias y, en casi todos los casos, un referendo en el que sus ciudadanos apoyen la iniciativa. Pero, ¿existe una opinión pública mayoritariamente favorable a cambiar el statu quo?
“El ejemplo de Barbados probablemente refleja la realidad en otros territorios. La mayoría de la población no está ansiosa por ello”, asegura el profesor Goddard. El académico barbadense cree que, a grandes rasgos, en los reinos caribeños de la Commonwealth “encuentras un buen número de personas que se muestran indiferentes, otros tantos que simpatizan con el movimiento y una pequeña minoría que quiere seguir con la reina”.
En todo caso, remarca, “para la mayoría de las personas en estos países la medida no tendría ningún efecto en su vida cotidiana”.