Un simple giro a la izquierda podría causar que su columna cervical se disloque, algo que, según cuenta, podría causarle la muerte.
Este julio, Rachel Pighills fue diagnosticada con varios males que afectan a su médula espinal y cabeza, entre ellos, invaginación o impresión basilar. Es decir, que su cráneo se hunde sobre su columna vertical, presionando el tronco encefálico.
Según dice, solo tres cirujanos en todo el mundo puede realizar la operación de US$174.000 que necesita y ninguno está en Reino Unido.
De momento, ha conseguido reunir más de US$15.000.
Es por eso que está expectante para viajar a España para buscar un tratamiento que le permita volver a llevar una vida normal, la que tenía antes de que su cuello se volviera incapaz de soportar el peso de su cabeza.
En este viaje de cuatro días, Pighills se someterá a varias resonancias magnéticas.
«Mi cerebro se desploma sobre mi conducto raquídeo y la parte posterior de mi cabeza es inestable», dijo.
«Se disloca parcialmente cuando giro hacia la izquierda. Si se disloca por completo, eso sería decapitación interna y moriría al instante».
A su vez, solo puede usar un collarín durante cuatro horas al día porque podría perder masa muscular.
La invaginación basilar ocurre cuando la parte superior de la columna empuja hacia la base del cráneo.
Pighills también tiene inestabilidad atlantoaxial (compresión de la médula espinal), lo que le causa dificultades para mover el cuello; platibasia (aplanamiento de la base del cráneo) y síndrome medular cervical, causado por compresión cerebral.
Si se somete a una cirugía y tiene éxito, podría curarse.
En una primera operación, se eliminaría el hueso de la vértebra del eje, que está comprimiendo su cerebro, mientras que en la segunda se fusionarían su cráneo y cuello.
Pighills, que trabaja como encargada de una cadena de suministro, dijo que subirse a un avión para visitar a su cirujano la había dejado «absolutamente aterrada».
«Pienso en la presión en la cabina, la fuerza del despegue y en estar pegada al espaldar de la silla», contó. «Es que no sé cómo va a reaccionar mi cuerpo».
Su esposo, Guy, de 39 años, afirmó que teme por su esposa cada día. «Estaré en el trabajo y muerto de miedo pensando en qué voy a encontrar cuando vuelva a casa. ¿Estará bien?», dijo el hombre y agregó:«Me encantaría que ella se sometiera a la cirugía y recuperase un poco de normalidad e independencia».